Autor: Carlos Luna
El
último fin de semana, la gente que asistió al concierto de la gran banda
portorriqueña Cultura Profética, gozó de un concierto que –muy probablemente–
sonará por mucho tiempo en la mayoría de los que tuvimos la posibilidad de
asistir, por tan buena dosis de Reggae, Jazz, Bossa Nova, Hip-Hop… en una sola
noche. Y digo mayoría porque, ya sabemos todos, los motivos para ir a una cita
de tal magnitud son totalmente distintos para cada uno.
Durante
los días previos todo iba genial. La banda de reggae pisó nuestro país para
celebrar sus 20 años de trayectoria y la atmósfera para los que ya teníamos
nuestro boleto, desde ya, se dejaba sentir cósmica. La Cultura compartía sus primeras impresiones a través de las redes
sociales –prometían trabajar medios de prensa–
para hablar sobre el nuevo concepto que quieren comunicar para lo que
será su nuevo álbum, y la productora encargada del evento reventaba, con bombos
y platillos, que todo el equipo que conforma a la banda se encontraba ya
disfrutando de nuestra capital.
Lamentablemente,
no se cuidó los medios con los que se trabajó la difusión del concierto y se
decidió llevarlos a una entrevista hecha por una “reportera” del programa Amor
Amor Amor (Natalia Otero), quien hizo evidente que no tenía conocimiento alguno
del trabajo realizado por los músicos que tenía al frente, dejando en total
ridículo a la televisión nacional al preguntarle al guitarrista Eliut González
si tenía hijos y si eran del mismo matrimonio (además de otras impertinencias).
Desafortunada (por lo descuidada, vulgar e irrespetuosa) entrevista para una banda que desde 1998, año de sus
inicios, se ha preocupado por trabajar y cuidar un mensaje en particular para
cada uno de sus álbumes, tocando temas de trascendencia para la evolución del
ser humano como el impacto ambiental, los aspectos económicos, el racismo, los
sistemas sociales, así como el amor y el uso legal-medicinal del cannabis a
nivel mundial.
Afortunadamente
esto no repercutió en el gran espectáculo realizado por la banda y nos
regalaron temas de sus álbumes más antiguos como Canción de Alerta, Ideas Nuevas, Diario, así como M.O.T.A. y La Dulzura, permitiéndonos a todos los que pudimos asistir
liberarnos del letargo a través de un majestuoso sonido –creado por 12 músicos
en el escenario: una voz y bajo, dos guitarras, una batería, piano y teclado,
percusión, flauta, trompeta, trombón y saxofón– cargado de conciencia y
misticismo, pero sobre todo alejado de la batología que invade a los géneros
musicales más contemporáneos, si es que se puede considerarlos como tales,
aunque ese es otro tema.
Debo
permitirme terminar estas líneas; por un lado, agradeciendo por la energía
recibida por parte de un grupo que, en lo que a mí respecta, ha resultado
trascendental en mi evolución mental como ser humano, por desarrollar siempre
un concepto musical y lírico bastante sólidos basados en la necesidad de
expresar asuntos de carácter social para quien los escuche; y por otro,
invitándolos a escuchar temas de esta gran banda como Soldado, Meditación Lunar, Días Intensos, que espero puedan llenar
sus almas satisfaciendo todo tipo de necesidad así como lo hacen constantemente
con quien escribe estas líneas.
Revista Freyja julio 2016
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