viernes, 22 de mayo de 2015

"Don Dimas de la Tijereta"


Autor: Ricardo Palma
Libro: “Tradiciones Peruanas

Érase  una vez, en La “Tres veces coronada ciudad de los reyes del Perú”, existía un escribano llamado “Don Dimas de la  Tijereta”; hombre añoso, que en el pueblo tenía fama de deshonesto y de poca fe.
Cuenta la historia que Tijereta  se enamoró  perdidamente de una joven veinteañera llamada “Visitación”, ella vivía con su tía. Don Dimas llegaba todas las noches a la casa de la fémina  para  enamorarla, ofreciéndole  obsequios costosos, sin tener éxito, ya que, ella  no tenía interés por el escribano; insistió  tanto, y en medio de su desesperación exclamó:

 ¡Venga un diablo cualquiera y llévese mi almilla, a cambio del amor de esa caprichosa criatura!

Satanás, que desde los antros más profundos del infierno había escuchado las palabras del humano,  invoco al diablo Lilit  ante su presencia y le ordenó dirigirse al Cerro de las Ramas -lugar donde habitaba Dimas- para extender un contrato, ya que, consideraba que el escribano  albergaba tanto desprecio por su alma que la llama almilla. Satanás  ordenó  concederle cuanto pida, sin regateosl. 
Lilit se entrevistó con Dimas y firmaron el contrato: «Conste que yo, don Dimas de la Tijereta, cedo mi almilla al rey de los abismos en cambio del amor y posesión de una mujer. Ítem, me obligo a satisfacer la deuda de la fecha en tres años». Y aquí seguían las firmas de las altas partes contratantes y el sello del demonio.

A la firma del contrato, inmediatamente llegó “Visitación” ebria de amor arrojándose a los brazos de Tijereta.

Transcurrieron tres años y llegó el día en que Tijereta tuviese que hacer honor a su firma. Arrastrado por una fuerza superior, fue transportado al cerro de las Ramas, el diablo quiso ser pagado en el mismo sitio y hora en que se extendió el contrato.

 Al encararse con Lilit, el escribano empezó a desnudarse con mucha flema, pero el diablo le dijo:
     -No se tome el trabajo de desvestirse porque no va a aumentar  peso a la carga la tela del traje Yo tengo fuerzas para llevarme a usted vestido y calzado.
Pero dimas argumento: Pues sin desnudarme no caigo en el cómo posible pagar mi deuda.
   Lilit respondió  -Haga usted lo que le plazca, ya que todavía le queda un minuto de libertad.
El escribano siguió en la operación hasta sacarse la almilla o jubón interior, y pasándola a Lilit le dijo:
 Deuda pagada y venga mi documento.

     Lilit se echó a reír con todas las ganas de que es capaz un diablo alegre y truhán.
   Y ¿qué quiere usted que haga con esta prenda?

     ¡Toma! Esa prenda se llama almilla, y eso es lo que yo he vendido y a lo que estoy obligado. Carta canta. Repase usted, señor diablo, el contrato, y si tiene conciencia se dará por bien pagado.   -Yo no entiendo de  escándalos don Dimas. Véngase conmigo y guarde sus palabras en el pecho para cuando esté delante de mi amo.
     Y en esto expiró el minuto, y Lilit se echó al hombro a Tijereta, llevándolo al infierno. Por el camino gritaba a voz en cuello que había arbitrariedad en el procedimiento de Lilit, que todo  era nulo y contra ley, y amenazaba al diablo con que si encontraba gente de justicia en el otro barrio, le entablaría pleito al demonio.

Una vez en el infierno y ante esta situación Satanás tuvo que acudir al diccionario de la lengua, para buscar la palabra en cuestión; incluso consultó con jueces que  ahí habitaban que  fallaron -a la brevedad- a favor  de Tijereta; su majestad infernal que no quiso hacerse problemas, ordenó su liberación.  Lilit fue encargada de guiarlo  hasta dejarlo sano y salvo en la puerta de su casa. De regreso y destruido el diabólico hechizo, se encontró don Dimas con que Visitación lo había abandonado introduciéndose en un convento.
Finalmente,  Satanás, por no perderlo todo, se quedó con la almilla; y es fama desde entonces que los escribanos no usan almilla y también se prohibió su  ingreso al infierno.



Resumen extraído del libro: “Tradiciones Peruanas”

     
     
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