viernes, 25 de diciembre de 2015

"HISTORIA DEL NIÑO MANUELITO

Cronistas hispanos narran la historia del Niño Manuelito cuya imagen florece en el Cusco cada año en Navidad. Se dice que en tiempos de la colonia, allá por el siglo XVII, los sacerdotes católicos españoles leían expresiones del profeta Isaías alabando a Emmanuel, nombre que para los nativos cusqueños sonaba extraño. Cuando preguntaban qué significaba Emmanuel, los curas les explicaban que se trataba del mismo Jesús quería decir: “Dios con nosotros”. Era tan usual el nombre que pronto hispanos y nativos terminaron llamando al Mesías con el nombre de Manuel.
 EL Nacimiento del Niño Manuelito
El escultor peruano Antonio Olave Palomino-es uno de los artesanos más conocidos del Cusco en el siglo XX- él es el creador del primer Niño Manuelito, también conocido como “el Niño de la Espina”.En 1975, representantes de la comunidad de Vilcabamba llamaron a la puerta de Olave Palomino. Le pidieron restaurar la imagen de madera de un Niño Jesús que había sido rescatada de las profundidades de un abismo. Luego de viajar tres días en bus y caballo, llegó al pueblo de Vilcabamba, donde se quedó una semana para trabajar tanto en la imagen como en el altar de la iglesia local. Durante su estadía, el artista escuchó la conmovedora historia de Q’alito, un pastorcito a quien le gustaba jugar con otros niños. Un día, un pequeño empezó a llorar porque se había clavado una espina en el pie. Cuando vio al niño llorando, Q’alito decidió clavarse una espina en su propio pie para consolar a su amigo. Le dijo: “¡No llores! ¡Yo también tengo una espina!”. Olave Palomino quedó tan impresionado con el cuento que se convirtió en su inspiración para crear a Manuelito, la imagen de un Niño Jesús con una espina en el pie en recuerdo de Q’alito.
Esta imagen pasó a formar parte de la cultura de Cusco y hoy adorna la gran mayoría de Nacimientos en el Perú, tanto en las iglesias como en las casas. El Niño Manuelito se caracteriza por tener la tez blanca o cobriza y por sus mejillas rosadas, ojos vidriosos, dientes hechos con el cálamo de una pluma de cóndor, cabello ondulado, un paladar de espejo y, en algunos casos, finas lágrimas de cristal. Los artesanos emplean madera y arcilla para trabajar con técnicas que han trascendido generaciones. Imaginan a Manuelito en distintos humores: cansado, pensativo, alegre, con una expresión astuta y sugerente, gateando, o con los brazos abiertos.








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