Autor: Stefan Austermühle
Vivir y disfrutar
de ambientes limpios y saludables es un ideal y una práctica que todos a diario
asumimos, sin embargo, ¿alguna vez te has detenido a pensar cuáles son los
contenidos de los detergentes que usas, por ejemplo, para lavar los platos o el
baño? En caso de que seas una de las personas que sufre alergias de piel al
limpiar los platos, seguramente que sí.
La mayoría de los
detergentes son compuestos de sodio del sulfonato de benceno substituido,
denominados sulfatos lineales de alquilos (LAS), hay otros que son los
alquilbencenos sulfatos de cadena ramificada (ABS) que se degradan más
lentamente que los LAS.
Muchos detergentes
convencionales utilizan fosfatos, fosfonatos o percarboxilatos como potenciadores.
Al ser vertidos con los desagües al medioambiente acuático estas sustancias
actúan como fertilizantes de las algas, haciendo que se reproduzcan muy rápido.
La gran cantidad de algas agota el oxígeno del agua, que deja de estar
disponible para la fauna acuática (microbios y peces), y genera malos olores.
Este fenómeno se llama eutrofización y ha causado desequilibrios muy graves en
lagos y ríos.
La gente tiende a
relacionar la capacidad de producción de espuma con la capacidad limpiadora,
aunque la producción de espuma no tiene nada que ver con la eficacia del
detergente. Es importante recalcar que la producción de espuma de un detergente
está determinada por el tipo de surfactante que éste contenga; por ejemplo, los
surfactantes aniónicos producen abundante espuma.
Finalmente, se
encuentran en el mercado los llamados detergentes antibacteriales, los cuales contienen
agentes bactericidas, esto en parte es bueno pero si se usa este detergente en
exceso, entonces el agente bactericida llega a los cuerpos de agua y mata una
buena proporción de los microorganismos presentes en éste, disminuyendo la
capacidad de los microorganismos para degradar al detergente.
Es obvio que tal
mezcla de químicos contamina al medio ambiente. ¿Pero qué se puede hacer?
Hace años estuve en
vacaciones en México y como soy buzo disfruté durante una semana haciendo hasta
4 inmersiones por día para observar los peces en los arrecifes de coral. El
resultado fue una infección de orejas muy dolorosa que detuvo toda mi diversión
al instante. Al visitar al médico, me recetó algo muy particular: Me dijo que
para ahorrar dinero podría simplemente mezclar la tercera parte de agua con la
tercera parte de alcohol y una tercera parte de vinagre, y echar esta mezcla
diariamente tres veces por 5 minutos a mis orejas. Solo tres días después
me reuní con los peces de nuevo. Así aprendí por primera vez de la función
antibacterial del vinagre.
Hoy en día uso el
vinagre en mi casa para limpiar los platos, desinfectar las frutas y verduras, abrillantar
y limpiar todas las superficies: las cerámicas, el acero inoxidable, el baño y
la cocina, los espejos, los cristales, entre otros; eliminar la cal de la ducha
y los grifos, quitar el sarro de la cafetera o tetera, eliminar el óxido de
metal limpia sartenes y ollas, etcétera.
También tú puedes
hacer lo mismo. Internet está lleno de recetas de limpieza con vinagre. Lo
único que no puedo recomendar (aunque se recomienda en internet) es limpiar
superficies de madera con vinagre. Lo intenté y malogré la laca de una mesa.
Pero para todo lo demás doy luz verde al vinagre: limpia, desinfecta y es tan
ambientalmente seguro, que lo puedo echar a la ensalada y comerme este detergente
biológico.
Autor: Stefan
Austermühle
Director Ejecutivo de la Asociación " Mundo Azul"
Director Ejecutivo de la Asociación " Mundo Azul"
Director Ejecutivo del "Instituto
Interamericano de Ecología Integral (INECI)"
http://ineci.org/
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